LENTILLAS, COMODIDAD Y CONSECUENCIAS

Hoy en día, son muchas las personas que utilizan lentes de contacto, bien por razones de comodidad o estéticas. 

Aunque sirven para corregir el defecto visual sin afectar en absoluto a la apariencia, no se deben de usar a la ligera, ya que pueden acarrear serias consecuencias a largo plazo. 

Uno de los principales problemas es la sequedad ocular. Lo padecen entre un 30 y un 50% de las personas que utilizan lentillas. En nuestros ojos existen un tipo de glándulas que secretan la película lagrimal, evitando la evaporación. Reciben el nombre de glándulas de Meibomio. Éstas pueden funcionar de manera incorrecta como causa del ojo seco en usuarios de lentes de contacto. Con el tiempo, se puede llegar a una posible intolerancia de éstas. 

Otra de las consecuencias es el aumento del riesgo de complicaciones corneales. Éste es mucho más frecuente en portadores de lentillas de uso prolongado. Se multiplica por cinco frente a las de reemplazo diario. 



La córnea es una estructura transparente localizada en la porción anterior del ojo que permite el paso de luz, además de proteger al iris y al cristalino. Es, por lo tanto, una zona muy importante que debemos de proteger lo máximo posible. Al introducir un objeto extraño en el ojo (lentilla) nos estamos exponiendo a un posible rechazo. El primer paso sería una queratinitis (inflamación que afecta a la córnea) que podría evolucionar en una úlcera ocular. Todo esto puede derivar en una pérdida de la agudeza visual.


Por otro lado, también pueden surgir problemas de hipoxia (falta de oxígeno que conlleva a una muerte de las células corneales), o de conjuntivitis.

Para prevenir todas estas posibles complicaciones, los optometristas recomiendan utilizar lentes de contacto rígidas, ya que disminuye el riesgo de intolerancia. Éstas están hechas con materiales más permeables, por lo que transmiten más cantidad de oxígeno a la córnea. Sin embargo, tienen sus desventajas y es que requieren un mayor esfuerzo de adaptación al usuario y son más difíciles de manipular. 

Otras de las recomendaciones más escuchadas son el uso de lentes de reemplazo diario, utilizar productos única y exclusivamente diseñados para su higiene y mantenimiento, cambiar la solución cada vez que vaya a desinfectar los lentes, sacarse las lentillas para ir a la playa o a otras zonas de baño, nunca utilizarlas para dormir, tener una buena higiene de manos cada vez que vaya a manipularlas y, por último, acudir al oftalmólogo una vez al año para realizar revisiones periódicas y descartar cualquier tipo de complicación. 

Por lo tanto, si va a hacer uso de las lentes de contacto, hágalo con precaución y teniendo en cuenta todas las recomendaciones citadas con anterioridad para evitar complicaciones y poder disfrutar así de una vista saludable.