Hacer ejercicio es una de las mejores actividades que debemos de incluir en nuestra rutina diaria. A pesar de que está directamente relacionada con el aspecto físico, no sirve simplemente para mejorar éste. Es bueno para todas las partes del cuerpo, incluida la mente. Cuando hacemos ejercicio, nuestro organismo libera una cantidad de endorfinas que nos hacen sentir mejor con nosotros mismos y con el ambiente.
Se trata de establecer una rutina equilibrada, que consiste en intercalar ejercicios aeróbicos, de fuerza y de flexibilidad.
Los aeróbicos refuerzan el corazón. Hacen que éste funcione más deprisa y que los músculos utilicen más cantidad de oxígeno, llegando éste mejor a todas las partes del cuerpo.
Los ejercicios de fuerza son de vital importancia para proteger las articulaciones y reducir el riesgo de padecer posibles lesiones. Los músculos queman más cantidad de energía que las grasas cuando nuestro cuerpo está en reposo. Por lo tanto, unos músculos fuertes ayudan a quemar más calorías, manteniendo así el peso ideal. Hay diferentes ejercicios que se pueden hacer, dependiendo de cual sea la zona que quieres reforzar. Por ejemplo, para el brazo es conveniente realizar esquí o remo; para las piernas, correr es la mejor opción.
Por otro lado, los ejercicios de flexibilidad ayudan a reducir los esguinces y las distensiones, mejorando el rendimiento deportivo. De esta forma también se evita la artritis ya que las articulaciones y los cartílagos se harían más flexibles. Esto se puede conseguir gracias a las artes marciales.
Además, el deporte ayuda a prevenir múltiples enfermedades cardiovasculares ya que, como vimos con anterioridad, refuerza el corazón y mejora la circulación. Es capaz de reducir el colesterol malo (LDL) y aumentar el bueno (HDL), protege las arterias y disminuye el riesgo de infartos y de coágulos cerebrales. Disminuye también el riesgo de padecer Diabetes y cáncer como el de colon.
Si nos centramos ahora en el aspecto psicológico, veremos que tiene también múltiples beneficios. Principalmente, disminuye el estrés, la ansiedad, la depresión, nos sentimos menos irritados y con mejor humor. Esto se debe a que liberamos toda la tensión acumulada, quedándonos en un estado de relajación.
También agudiza la mente, ya que aumenta el flujo de oxígeno al cerebro, mejorando el aprendizaje, la concentración y la memoria. Por último, aumenta nuestra autoestima al mejorar la imagen personal y reduce el ansia de fumar.
Sin embargo, debemos de conocer nuestras capacidades y limitaciones a la hora de practicar ejercicio. Hacer demasiado para perder peso lo más rápido posible no es un hábito saludable. El cuerpo necesita una cantidad de calorías para funcionar a la perfección. Por lo tanto, no hay que pasarse de la raya. Para una correcta práctica se debe de iniciar cada sesión con cinco o 10 minutos de ejercicios de calentamiento y estiramiento.
El ejercicio está ligado a nuestra forma de vida. Actividades tan simples como caminar una hora diaria pueden aumentar hasta dos años de vida.
Introduce el deporte en tu día a día y notarás el resultado.
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