Además se pueden clasificar en cabinas de bronceado y solarium. En las cabinas de bronceado la luz ultravioleta incide desde arriba y desde abajo proporcionando un bronceado uniforme. En los solariums la luz sólo es emitida desde la parte superior por lo tanto la persona tiene que moverse hacia arriba y hacia abajo a medida que pasa el tiempo para obtener un bronceado uniforme.
La radiación invisible es similar a la ultravioleta solar sólo que en el solarium ésta es artificial. Es una luz electromagnética y los filtros del solarium hacen que se distribuya uniformemente por toda la piel.
Es posible obtener diferentes resultados de bronceado en los distintos tipos de solarium y esto es debido a las diferencias de intensidad y a la distinta combinación de ondas UVA y UVB. La primera de las ondas ofrece un bronceado superficial y desaparece en un breve período de tiempo. Las UVB permiten un bronceado más duradero pero que no aparece hasta tiempo después de las sesiones.
Cabe destacar que existen todavía aparatos que emiten más de 0,6 vatios por metro cuadrado. Estos aparatos no estarían homologados ya que no deben superar los 0,3 vatios por metro cuadrado. Esto se debe a que superar esa cantidad podría ser perjudicial para nuestra salud.
Ya que hay distintos tipos de piel, las máquinas bronceadoras disponen de distintas opciones adaptadas a cada uno de ellos con duraciones e intensidades determinadas. De acuerdo con la legislación estos aparatos deben disponer de temporizadores para evitar quemaduras por si el usuario se quedara dormido.
En 1975, el dermatólogo Thomas Fitzpatrick, estableció seis tipos de piel diferentes, a la que se sigue recurriendo hoy para la dosificación de la luz ultravioleta (van de más claro a más oscura):
- Tipo I (tipo celta)
- Tipo II (tipo celta)
- Tipo III (tipo mixto)
- Tipo IV (tipo mediterráneo)
- Tipo V ( tipo de piel morena)
- Tipo VI (tipo de piel negra)
Todas las máquinas tienen un botón para detenerse en el momento adecuado, es decir, antes de que produzcan daños en nuestra piel. Esto tiene que revisarse temporalmente ya que es una medida fundamental de seguridad. No se deben reponer las lámparas de luz por otras sin pasar los respectivos controles.
Los organismos en materia de protección radiológica advierten que la luz ultravioleta también afecta al sistema inmunitario y resulta perjudicial para todo el organismo. Por ello desaconsejan el uso de solariums excepto por motivos terapéuticos.
Las personas que aún así quieran usar estas máquinas deben consultar a su dermatólogo. No deben de realizarse más de 50 sesiones al año y no es necesario utilizar cosméticos ni cremas solares.
Debe tenerse muy en cuenta el tipo de piel antes de exponerse a la luz ultravioleta artificial, de hecho las pieles tipo I y II deben evitarlo. Las personas menores de 18 años no pueden utilizar estos servicios.
Las visitas regulares en personas menores de 35 años aumentan en un 75% el riesgo de padecer melanoma, la más agresiva variedad de cáncer de piel según el Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de EEUU. Esto se incrementa en personas de piel muy blanca.
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