martes, 27 de noviembre de 2012

TUS BORRACHERAS PASAN FACTURA


El alcohol es una de las drogas más consumidas, pero no por ello la menos perjudicial.

Es un tipo de sustancia depresiva que hace más lento el funcionamiento del Sistema Nervioso Central (SNC). Bloquea los mejores destinados a llegar al cerebro, además de alterar las percepciones, las emociones, la vista y el oído. Todo esto ocasiona una gran deformación en el habla.

Cuando una persona bebe alcohol, ingresa directamente en el torrente sanguíneo, por lo que los efectos sobre el organismo son rápidos y directos. Desde el torrente afecta al cerebro y a la columna vertebral, dos zonas que controlan prácticamente todas las funciones del cuerpo. Cuando mayor es la ingesta de alcohol, más se encoge el cerebro.

Los períodos de evolución en su consumo son iguales a los de otras drogas. Primero hay una experimentación. Esto ocurre sobre todo en la época adolescente, donde empiezas a beber alcohol por curiosidad, para sentirte bien o para no ser diferente a los demás. Posteriormente, se produce un consumo activo y es que esa sensación agradable durante épocas de estrés engancha. Por último, viene la preocupación, cuando notas que pierdes el control sobre la situación y comienzan los síntomas de abstinencia que te provocan depresión, malhumor e irritabilidad. Como consecuencia, la mayoría de la gente acude a otras drogas para volver a experimentar esa sensación de relajación. 

Un abuso del alcohol tiene efecto fatales sobre nuestro organismo. Estos dependen del tipo de persona, de la cantidad y del tipo de bebida que se ingiera. Sin embargo, siempre coinciden los mismos síntomas, sólo cambia el tiempo en el que se muestran. Las enfermedades más comunes son la cirrosis; múltiples tipos de cáncer como el de hígado, faringe, laringe, boca o esófago; pancreatitis entre otras. A largo plazo provoca una falta importante de apetito, una disminución de los niveles de vitaminas en el cuerpo, molestias en el estómago, múltiples problemas de piel, impotencia sexual, obesidad, lesiones sobre el corazón, pérdida significativa de la memoria y un desorden psicológico a veces irreversible. 



En esta gráfica podemos observar como aumenta el riesgo de cirrosis en relación a los gramos de alcohol consumidos por día. 



Sin embargo, no todo son consecuencias negativas. En su justa medida, el alcohol puede ser beneficioso para la salud. Se recomiendo uno o dos vasos diarios de vino o cerveza en hombre y sólo uno en mujeres y personas mayores de 65 años, ya que estas dos últimas contienen una menor cantidad de agua corporal, por lo que una menor cantidad de alcohol provoca una concentración sanguínea de este más elevada. Además, un consumo moderado disminuye la obstrucción de los vasos sanguíneos, disminuyendo así la probabilidad de padecer ictus.



Por consiguiente, el alcohol sólo es beneficioso si somos capaces de controlar las cantidades que ingerimos. Si no, es mejor evitar su consumo. 




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